Resumen: El uso cada vez más generalizado de bloqueadores de anuncios significa que los profesionales del marketing digital y sus clientes necesitan hacer frente a las inquietudes de los usuarios en lo referente al uso de tecnologías de seguimiento y publicidad.
A medida que los nativos digitales crecen y van adquiriendo más control sobre su experiencia digital, empezamos a observar una correlación muy clara con el incremento en el uso de bloqueadores de anuncios. Eso no es nada nuevo. La industria de la publicidad ha registrado un aumento sostenido en la adopción de bloqueadores de anuncios, de aproximadamente 21 millones de usuarios en 2010 a más de 180 millones de usuarios en todo el mundo en 2019. De hecho, tan sólo en Estados Unidos, hay más de 75 millones de usuarios que han instalado bloqueadores de anuncios en sus navegadores.
Y es lógico. Los nativos digitales se desenvuelven con gran naturalidad con la tecnología y están acostumbrados a hacerla que trabaje para sus propios fines. Pero ¿qué significa eso para los anunciantes digitales y sus clientes?
Los bloqueadores de anuncios (también conocidos como bloqueadores de contenido) son programas de software sencillos que evitan que se muestren anuncios en un sitio web. Por lo general son complementos que se instalan a los navegadores como Chrome, Firefox o Safari. y aunque existen docenas de alternativas, el bloqueador de anuncios más utilizado en el mercado es AdBlock Plus.
Al quitar los anuncios de las páginas web, el tiempo que tardan en cargar puede mejorar considerablemente y también se reduce el consumo de datos, lo que constituye una buena noticia para quienes tienen planes de datos limitados o viven en áreas donde la conectividad es más lenta.
Otra ventaja de los bloqueadores de anuncios es que son capaces de bloquear las tecnologías de seguimiento y monitoreo de comportamiento que permiten identificar el perfil de los usuarios. De modo que si usted es de las personas que prefieren evitar que alguien monitoree por dónde navega en internet o no desea que sus preferencias de navegación sean vendidas con fines publicitarios, los bloqueadores de anuncios pueden ser un medio atractivo para proteger su privacidad.
La expresión “nativo digital” describe a una persona que creció en la era digital. Son niños, ahora adultos jóvenes, que, en lugar de aprender sobre la tecnología como los adultos, crecieron con ella desde que eran pequeños. Esta exposición a la tecnología en sus años formativos significa que los nativos digitales están más familiarizados con la tecnología y la entienden mejor que la generación precedente.
Si adoptamos una visión a nivel micro de la situación, no parecería ser tan importante. ¿Qué importa si los usuarios están bloqueando los anuncios en sus navegadores? ¿No debería el usuario poder decidir qué es lo que quiere consumir cuando está en internet?
Y la respuesta, por supuesto, es sí. Pero si damos un paso atrás y adoptamos una perspectiva a nivel macro, empezamos a percibir las repercusiones de largo plazo que puede tener la adopción de bloqueadores de anuncios.
La realidad es que la mayoría de los sitios web en internet existe gracias a la publicidad online. Todo, desde blogs sobre labradoodles hasta sitios como el del New York Times, dependen de los ingresos provenientes de la publicidad. Esos recursos contribuyen a pagar a los escritores que generan el contenido, los costos de hospedaje, el mantenimiento del sitio, todo.
Esta idea tan sencilla es lo que originalmente le hizo ganar a Google miles y miles de millones de dólares: la gente visita los sitios que le gustan. Ven un anuncio de un producto que les parece interesante y hacen clic en él. El propietario del sitio obtiene un poco de dinero a raíz de esa compra; el que vende el producto puede concretar una venta; y el usuario puede adquirir lo que le gusta. Todo el mundo gana.
Los bloqueadores de anuncios alteran toda esta dinámica. Una persona que tiene un bloqueador de anuncios instalado en su navegador podría visitar cualquier sitio que se le antoje y jamás ver un anuncio. Si no ve el anuncio, no puede hacer clic en él ni puede comprar lo que el anuncio vende. Eso significa que el propietario del sitio no percibe ningún ingreso y el que vende el producto no puede concretar una venta.
Esa pequeña extensión de software que se instala en el navegador está incidiendo directamente en la pieza fundamental que sustenta la experiencia moderna en internet.
Aunque la situación podría parecer alarmante para los anunciantes y sus clientes en todo el mundo, hay algunas buenas noticias:
Esta información puede ser aprovechada por los anunciantes responsables para garantizar que su estrategia de publicidad aplique tácticas que no ahuyenten a sus visitantes y clientes potenciales. Eso quiere decir:
Los nativos digitales van a seguir representando una proporción creciente de la población digital, y eso significa que atender sus inquietudes en lo referente a su privacidad y su experiencia digital va a adquirir cada vez mayor importancia.
Las empresas que trabajen junto con sus consultores de marketing digital para garantizar que su presencia online no provoque fricción entre sus visitantes y clientes potenciales estarán en mejores condiciones de sortear estos cambios demográficos. Y las empresas que no están dispuestas a reconocer esta nueva realidad sufrirán, tarde o temprano, las repercusiones en su rentabilidad.
RECURSOS
Wordstream Blog: https://www.wordstream.com/blog/ws/2015/10/02/ad-blockers
eMarketer: https://www.emarketer.com/content/five-charts-users-are-fed-up-with-digital-ads
Wikipedia: https://en.wikipedia.org/wiki/Digital_native
Tom’s Guide: https://www.tomsguide.com/us/pictures-story/565-best-adblockers-privacy-extensions.html
Kinsta: https://kinsta.com/blog/ad-blockers/